domingo, 5 de junio de 2011

Countries-barrios privados-

Cultura | Vida country

Guetos posmodernos

El boom de los barrios cerrados impulsa el debate entre intelectuales que intentan comprender uno de los cambios urbanos más enigmáticos.


Por qué se llama “vándalos” o “antisociales” a los jóvenes criados en barrios privados? ¿Qué rol tiene que jugar el Estado ante la nueva configuración del espacio público y privado? ¿Herencia menemista o fenómeno global? Las mesas de novedades se llenaron de libros que intentan explicar cómo es la vida en los countries y barrios cerrados. Periodistas, sociólogos y antropólogos investigan a más de trescientas mil personas que decidieron mudarse a los seiscientos emprendimientos privados que, en su conjunto, ocupan una superficie dos veces más grande que la de la Ciudad de Buenos Aires. Los que estudian el fenómeno coinciden en que se trata de un estilo de vida instalado, pero el análisis varía según el enfoque. La ficción también retrata el tema: en “Las viudas de los jueves”, la escritora Claudia Piñeiro desnuda las contradicciones de la vida diaria en un country. El año pasado el cineasta Ariel Winograd estrenó “Cara de Queso”, una película autobiográfica sobre la vida de un grupo de adolescentes en un barrio cerrado y la productora Pol-ka decidió que era el momento ideal para producir la remake argentina de “Amas de casa desesperadas”, el público nacional ya estaba preparado para comprender la filosofía del “american way of life” que la serie caricaturiza.

Entre nos. Si bien estamos ante un boom interpretativo, el fenómeno que se analiza no es nuevo. Los countries y viviendas de fin de semana aparecieron en los años 40 con la construcción de las autopistas General Paz y Panamericana. Pero en los 90, la nueva clase media en ascenso (con amplia variedad de status y de posiciones profesionales) decidió alejarse de los centros urbanos para instalarse los barrios cerrados con seguridad privada y verde. En 2006 se duplicó la venta de lotes con respecto a 2005. En forma paralela, las Ciencias Sociales empezaron a usar un conjunto de conceptos que ya son de uso habitual en el análisis del fenómeno.

Maristella Svampa, una de las primeras sociólogas que estudió el tema y autora de “Los que ganaron. La vida en los countries y barrios privados”, explica en su libro que el nuevo estilo de vida implica un modelo de “socialización entre nos”: los countristas defienden las ventajas de vivir en contacto con gente con estilos de vida similar. El “entre nos” parece suplantar al más aristocrático “gente como uno”. El nuevo modelo contrasta con el estilo de socialización de los barrios tradicionales donde aún conviven diferentes sectores sociales.

Los protagonistas del fenómeno tienen un buen sueldo, escapan de la ciudad preocupados por la inseguridad en búsqueda del contacto con la naturaleza. Mónica Lacarrieu, antropóloga e investigadora del Conicet, estudia el tema desde 1998 y sostiene que los countristas viven en una “naturaleza domesticada” porque seleccionan sólo aquellos aspectos del medio ambiente que creen que mejoran su calidad de vida.

Los countries criollos. “Al comienzo de la investigación, pensaba al barrio privado como una aldea de nativos en la que podía limitar un adentro y un afuera taxativos –cuenta Lacarrieu-. Pero la práctica de campo me demostró que los límites son porosos y eso fue muy notable durante la crisis de 2001 cuando los countristas tuvieron que recurrir en forma explícita a los recursos que ofrecían los barrios populares del entorno”.

Se trata de un fenómeno a escala global: existen los “ensembles résidentiels sécurisés” en Francia, las “alcabalas urbanas” en Venezuela y los “condominios fechados" en Brasil. Pero no todos los países conciben las fronteras sociales de la misma manera y las diferencias deben mirarse en relación a los procesos históricos que originaron este tipo de urbanizaciones. “En México –cuenta Lacarrieu- el fenómeno tiene muchos años y una historia menos prejuiciada. Hay universitarios que eligen vivir en este tipo de urbanización que por lo general están muy vinculadas con el modelo norteamericano”. Maristella Svampa sostiene en su libro que “el caso argentino” se diferencia del resto de los modelos porque evidencia el incremento de las desigualdades. La emigración de sectores medios hacia urbanizaciones cerradas coincidió con un contexto de desindustrialización y privatización.

Ante la reconfiguración de lo público y lo privado, los analistas más críticos advirtien que estamos ante una “nueva edad media” donde los barrios cerrados ocupan el lugar de los antiguos feudos. Otros comparan a las nuevas urbanizaciones con la isla Utopía de Tomás Moro, una comunidad perfecta que no conoce el conflicto.

La periodista Carla Castelo acaba de publicar el libro “Vidas perfectas. Los countries por dentro” donde revela con ironía y humor cómo es la cotidianeidad de los barrios cerrados. “Tengo una postura ideológica pero traté de ser honesta –confiesa-. En muchos casos confirmé mis prejuicios porque me encontré con un grupo de gente egoísta y competitiva pero asumo que me sorprendí con la capacidad de autocrítica y con la lucidez de los entrevistados. Se describen sin piedad, me llamó la atención el extraño reconocimiento de los propios pecados”.

Sin prejuicios. “Mundo privado”, el libro de la periodista Patricia Rojas, reúne historias de jóvenes cuyo común denominador es vivir en un country. La autora critica la forma en que el periodismo trata el tema: “Se engloba en una misma bolsa la vida que se gesta en los seiscientos barrios cerrados que existen en nuestro país cuando los nombres ya indican que no son todos iguales, cada country es un mundo. El tema se trata con mucho prejuicio y eso sólo acentúa las diferencias entre el afuera y el adentro”. La antropóloga Mónica Lacarrieu cree que la cobertura periodística del caso García Belsunce jaqueó “la visión idílica del adentro seguro y del afuera peligroso”, pero critica a los medios por “vanagloriar y cuestionar a estas urbanizaciones hasta el hartazgo sin ningún sustento”.

Familias ideales de gente linda. Rojas entrevistó a más de sesenta chicos que, mucho menos atemorizados que sus padres, aceptaron contar su mundo tal cual lo ven. “Me sorprendió enterarme cuán discriminados se sienten los chicos de los countries por los que vivimos afuera. Muchos ocultaban de dónde eran cuando les preguntaban en las primeras clases en la universidad o en sus trabajos. Ellos no eligieron vivir ahí sino sus padres. Y la paradoja es que sus padres dicen haberlo hecho por ellos”. Rojas asegura que los jóvenes pueden hablar con mayor naturalidad y “son más críticos que los mayores sin la necesidad de caer en el chusmerío”.


http://www.revista-noticias.com.ar/comun/nota.php?art=922&ed=1613

Okupas y Casas Tomadas en capital Federal


Es una problemática de la Capital Federal, como así también de la Provincia.de Buenos Aires.
Este fenómeno social de las casas tomadas está teniendo un aumento desenfrenado por la gran cantidad de gente indigente que no tiene los recursos para adquirir una vivienda digna. El incremento del accionar de la ocupación de las casas en nuestro país se dio con mayor intensidad, a partir de 1984, cuando se redujeron las penas por usurpación de inmuebles. Solo bastó esperar 10 años para que las penas vuelvan a ser más altas para los usurpadores, hasta llegar al desalojo con intervención policial.

Tanto como por la Constitución Nacional como por la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es reconocido el derecho a una vivienda digna. Lamentablemente, la Legislatura declaró la Emergencia Habitacional hace 6 años (que obligaba a la Ciudad a destinar entre 50 y 100 millones de pesos anuales para construir viviendas o ayudar con subsidios y créditos a las familias sin techo propio). Igualmente, la situación de una importante franja de la población no se soluciona. Según datos de la Legislatura en el año 2006, en Capital había más de 340.000 personas con problemas de vivienda, es decir un 12% de la población. La Emergencia Habitacional (que todavía está vigente), también postula que no se desalojarán los inmuebles que pertenezcan al Estado y estén ocupados por familias pobres con el fin de habitarlas como viviendas.

Sí hablamos de datos actuales, el relevamiento indica que sólo en la Ciudad hay 12.000 casas tomadas, de las cuales el 40% de ellas son del Estado. Las restantes son de particulares que alquilan la pieza por 120$, o no saben que su propiedad está tomada. Quienes si saben, tienen el problema de no poder sacar a los okupas de forma legal y pacífica.
Una de las dificultades que se presentan sobre este último caso son los variados juicios de la gente que tiene propiedades con okupas dentro y que, para tratar de sacarlos, llevan años de reclamos y procesos judiciales hasta que no se solucione el problema. Mientras tanto deben pagar los impuestos de dicha propiedad que no pueden utilizar.

Los barrios con más cantidad de casas tomadas son: Retiro, La Boca, San Telmo, Monserrat, Balvanera, Abasto, Almagro; en menor medida se encuentran Palermo, Villa Crespo, Flores, Floresta y Mataderos.

Pero volviendo a los okupas... ¿por qué ocupan? Estas personas son mayormente indigentes, personas que no se pueden pagar una habitación para habitar o que viven en la calle, que deciden como solución a sus problemas la ocupación de inmuebles.
También se encuentran los okupas que toman inmuebles con objetivos de protesta, que pueden ser políticas o culturales a favor del comunismo y del anarquismo, aunque en la Argentina estos casos sean los menores.

Las condiciones de vida de los okupas son totalmente insalubres, porque no cuentan con buenos servicios de agua potable, de electricidad o gas en sus viviendas, dada la precariedad en la que viven. Así quedan desprotegidos y sin ningún tipo de control que garantice su propia seguridad.
Además, las viviendas que toman no tienen tampoco las medidas necesarias dispuestas por las Naciones Unidas (15 m2 por persona) para su desarrollo integral y familiar. Así, una familia tipo (un matrimonio con 2 hijos) de 4 personas, necesitaría una vivienda de 60 m2 mínimo, cuando en las casas ocupadas esto no se cumple, porque mientras más gente entre en la habitación, sin importar el espacio, mejor.
Por otro lado, cuando la policía desaloja estas casas tomadas... El interrogante que sigue es: ¿Dónde van o a dónde llevar a los ocupantes ilegales de esta vivienda?
No nos olvidemos que están cometiendo un delito, pero... ¿esa es la solución? Si seguramente terminan en la calle o vuelven a ocupar otras casas.

Por parte del Estado no parece que se le de importancia alguna. Tampoco es la solución regalarle las casas, pero podría otorgárseles una, a corto plazo, mientras el Gobierno de la Nación o de la Ciudad les de un trabajo que pueda garantizarles una fuente importante de dinero que puedan utilizar en el futuro. Mientras estas personas trabajen y manden a la escuela a sus hijos, no se les quitará esta casa. De lo contrario si. Esta puede ser una solución a corto, mediano y largo plazo.

Otra realidad es que, las personas que trabajan, con un sueldo mensual promedio, no pueden llegar al sueño de la casa propia, por su elevado valor adquisitivo. Teniendo en cuenta las estadísticas de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), el poder adquisitivo del salario medio alcanza para adquirir alrededor del 50% del valor del metro cuadrado de una vivienda nueva en la zona norte. Esto significa que debemos disponer de 2 salarios para la compra de 1 m2, lo que hace que, para pagar una unidad de 60 m2 (4 personas máximo), hagan falta 120 salarios. Y no nos olvidemos que, mientras tanto, también hay que mantener a la familia con comida y ropa, básicamente.

Contrariamente a lo antes descripto, no debemos obviar que el auge de las torres en construcción no ha cesado, sobre todo en la zona Norte de la ciudad y los departamentos que se ofrecen a la venta, están al alcance de personas con un muy alto nivel económico que pertenecen a otro círculo social. Lo curioso es que estas torres no están totalmente ocupadas. Entonces... ¿Por qué siguen construyendo? Y ¿Quiénes son los que acceden a estas propiedades?

Dos caras de una misma moneda: asentamientos con okupas- viviendas con inquilinos- propietarios con más propiedades

Lo cierto es que aún nadie ha encontrado una solución para garantizar una sana calidad de vida a cada uno de los ciudadanos que habitamos esta ciudad y parece muy lejana poder encontrarla, ya sea por desidia o por falta de voluntad política, sin importar quien esté en el poder.

Casas Tomadas

Más de 12.000 casas tomadas hay en Buenos Aires



19/01/09

Actualmente en la ciudad de Buenos Aires hay más de 12.000 casas tomadas, de las cuales aproximadamente el 40% pertenecen al gobierno nacional y al de la ciudad de Buenos Aires, y el resto a particulares.

Como mínimo en cada uno de estos inmuebles viven 10 personas y en algunos hasta 200, por lo que se puede inferir que prácticamente más de 100.000 personas “habitan” en casas tomadas.

El propio Gobierno de la Ciudad estima que un 10% de la población porteña, unas 300.000 personas, viven precariamente y en graves condiciones de hacinamiento en villas, asentamientos y casas tomadas.

También hay que sumarle una cantidad indeterminada que vive en conventillos o piezas de hoteles en pésimo estado de sanidad.

Actualmente los barrios en que proliferan las casas tomadas son: La Boca, San Telmo (ocupaba el primer lugar hasta hace unos cuatro años), Almagro, Montserrat, Floresta, Palermo Viejo, Villa Crespo, Mataderos, porque aún conservan casas antiguas de muchas habitaciones.

El Instituto de la Vivienda de la Ciudad –IVC reconoce que la ciudad mantiene un déficit habitacional de larga data y que faltarían construir al menos unas 70.000 viviendas, para palearlo.

En la década de los 90 las casas tomadas eran 3000 y este crecimiento exponencial a más de 12.000 es una confluencia de varios factores, sobre todo los derivados de la crisis del 2001.

Como las propiedades se revaluaron significativamente a partir del 2004/5, muchos dueños de casas iniciaron o activaron las causas judiciales a los efectos de recuperarlas para poder venderlas.

Con el "boom" del turismo varios dueños de hoteles baratos de los que alojaban gente sin techo, decidieron convertir sus establecimientos en "hostels" para turistas.

También influyó -aunque en menor medida- algunas sentencias de juicios hipotecarios de deudores que dejaron de pagar sus créditos durante la crisis, principalmente con inmobiliarias o privados y perdieron sus viviendas porque fueron rematadas.
Las casas tomadas forman parte de un negocio redituable para las "organizaciones informales" que con asistencia legal firman contratos de alquiler con locadores "inexistentes" y les "fabrican" recibos truchos a los "inquilinos" de bajos recursos.

Ahora también hay gente que usurpa viviendas para luego conseguir alguna ayuda oficial (subsidios).

El "rescate" de una casa tomada siempre fue del 20% del valor de mercado de la propiedad, considerando que está ocupada.

Enrique Abatti, fundador y directivo de la Cámara de Propietarios de la República Argentina (CAPRA), explicó que "hace dos meses inicié el lanzamiento de una casa tomada en Almagro pero la jueza se asustó y lo suspendió porque los ocupantes amenazaron con arrojar garrafas".

El Gobierno de la Ciudad se maneja con mucha torpeza en este tema porque "al ofrecer subsidios de hasta $ 12.000 fomenta las usurpaciones".

En este edificio “estaban censadas 41 familias, cuando fui a hacer el lanzamiento en mayo ya había 61 familias ( al enterarse de la existencia del subsidio) y cuando lo concrete "en unos meses más - seguramente habrá más de 80 si no se viene abajo el edificio antes", enfatizó Abatti

El auge de las casas tomadas se inicia a partir de 1984 cuando se disminuyeron las penas por usurpación de inmuebles (modificación del artículo 181 del Código Penal)

Diez años después en 1994 se volvió al sistema anterior, aumentando las penas y "en caso de usurpación, el desalojo inmediato con intervención de la Policía".

En el 2004 la Legislatura porteña votó una ley que declaraba a la Capital en estado de "emergencia habitacional" obligando a la Ciudad a destinar entre 50 y 100 millones de pesos anuales para construir viviendas o ayudar con subsidios y créditos a las familias sin techo propio.

Si los subsidios se convierten en una política permanente se correría el peligro de alentar nuevas usurpaciones pero con $ 6.500, promedio de los subsidios cuántos ladrillos se pueden comprar?. Sólo para ejemplificar.

¿Y el artículo 14 bis de la Constitución Nacional del derecho a la vivienda propia de todo ciudadano?. Un problema social en crecimiento sin soluciones de fondo.

Boom de las Villas Miseria

El "boom" de las villas miseria

Villa miseria en Buenos Aires

Los índices de pobreza urbana se han disparado en Argentina, y con ellos el déficit habitacional.

Sin espacio para acomodar nuevas viviendas en sus intrincados pasillos y calles de tierra, las villas de emergencia de Buenos Aires crecen sin pausa... hacia arriba. En cuestión de semanas, allí donde antes había una caseta de chapa y ladrillo sin revocar, bien puede levantarse una estructura igualmente precaria pero de dos niveles, que luego serán tres o más.

La transformación del paisaje edilicio en barrios marginales no hace más que reflejar estadísticas recientes: según los sondeos del gobierno, la población en las llamadas "villas de emergencia" porteñas creció un 25% en los últimos dos años, para albergar hoy a unas 200.000 personas.

Esto equivale a casi el 7% de los habitantes de la ciudad, o a la llegada de 11 familias por día a algunas de las 14 villas miseria y no menos de 40 asentamientos comprendidos dentro del perímetro de la capital argentina.

"Ahorramos algo, y ahora estamos invirtiendo la plata para tener un hogar... claro que, si tuviera plata en serio, no estaríamos acá", dice Francisco Ugas Cruz, mientras se pasa el brazo por sobre la frente sudada, en un respiro antes de recomenzar la labor de construcción en el fondo de su casa.

Francisco se mudó hace sólo unos meses al Playón de Chacarita, un asentamiento irregular en el oeste de Buenos Aires, justo detrás de una de las principales estaciones de tren. Junto con su mujer y sus tres hijos, terminó aquí su peregrinar en busca de casa propia.

La historia de su familia es la de muchos otros desplazados en la capital argentina, donde el estallido socio-económico de diciembre de 2001 disparó los índices de pobreza urbana y dejó un saldo de desempleo y déficit habitacional. Lo último se ido incrementando.

Desalojo y después

Catalina Chéves y Julio Ugas

A Catalina Chéves y su esposo se mudaron hace poco a un asentamiento irregular de Buenos Aires.

La mujer de Ugas, Catalina Chéves, asegura que, desde que llegó desde Perú hace 15 años, siempre había vivido como inquilina. Hasta que le llegó una carta de desalojo y, sin el aval o garante que exige la ley argentina para arrendar, empezó un recorrido de meses por distintas oficinas públicas.

"No logré nada. Hasta que me pasaron la voz de que había un señor aquí que quería traspasar su espacio acá, hicimos el trato y nos vinimos en noviembre pasado. Yo no quería vivir en una casa tomada o no pagar alquiler... pero no me quedó otra", dice a BBC Mundo, mientras exhibe decenas de cartas y fotocopias ajadas que dan cuenta de su trajín.

Muchos de los recién llegados a las villas pasaron por lo mismo. Con los subsidios que entrega el gobierno en casos de desalojo forzado, arribaron aquí para comprar la única vivienda a la que podían acceder con el dinero que tenían en mano.

Las casetas precarias, construidas en terrenos estatales, cotizan entre AR$15.000 y 20.000l (US$4.100 a 5.500). Las que están cerca de la calle valen bastante más, y el flujo incesante de recién llegados dispara los precios hasta límites impensados unos años atrás.

"Los que ya están instalados cobran por 'las mejoras', por construir un piso más, por ejemplo. Si uno tiene 90 metros (cuadrados), se queda con 30 y vende el resto. Así funciona. Y tampoco son una maravilla, las casas, ¿eh?", ironiza Chéves.

Sin espacio

En el Playón de Chacarita viven unas 800 familias, en lo que antes era un baldío desocupado tras la privatización de los ferrocarriles, en los años 90.

La vida del asentamiento transcurre detrás de un muro de cemento descascarado, lo suficientemente alto como para hacerlo invisible para un transeúnte distraído. Hay dos entradas para todo el predio, y sólo una accesible para vehículos, por la que ni siquiera se aventuran ambulancias o patrulleros.

Adentro, las casas de ladrillos naranja, chapas y cartón corrugado se amontonan en pasillos angostos, polvorientos en verano y encharcados cuando llueve.

"Yo no tengo agua, la tengo de mangueras que nos la venden, y luz es robada de los cables".

Luis Vilca, peruano que vive en Buenos Aires.

"No hay agua corriente, y la luz en verano es un desastre con el calor... y desde el (año) 2000 es peor, porque no para de crecer", señala María Gelpi, una de las "pioneras" del Playón.

"Yo no tengo agua, la tengo de mangueras que nos la venden, y luz es robada de los cables... A mí me gustaría tener mi luz, pagar y tener una factura a mi nombre. Para poder tener un crédito, porque para todo te piden recibos", opina Luis Vilca, un peruano llegado de Lima hace 20 años, que antes vivió en una casa usurpada y se mudó a Chacarita en 2007.

"Nosotros vamos edificando de a poco, hemos tratado de armar la casa lo mejor que podemos. Pero no tenemos cloacas, tenemos un pozo ciego compartido y el baño así, con cortina... Imagínese, ahora con el problema del dengue y otras enfermedades, no puede ser que el gobierno no dé respuesta", reclama Catalina Chéves.

Erradicación en marcha

Ante el crecimiento explosivo de la construcción "villera", las respuestas de las autoridades de Buenos Aires son de corte pragmático

Aseguran que hoy es impensable trasladar villas y asentamientos enteros, porque no hay espacio físico en la ciudad para reubicar a sus habitantes. Y porque cada sector que despejan las autoridades, es de inmediato tomado por otra camada de desplazados.

Así, la política de "erradicación", en práctica desde los años '60, ha sido de a poco reemplazada por la idea de "urbanización".

"El plan consiste en proveerles infraestructura -agua, cloacas y pluviales-, formalizar el tendido aéreo de electricidad y hacer calles para resolver la cuestión de la inseguridad. Es decir, se trata de pasar de lo informal a lo formal", señala a BBC Mundo Federico Angelini, director de la Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS) del gobierno porteño.

La ciudad asignó un presupuesto de AR$200 millones (US$55,5 millones) a la gestión en villas durante 2009. Según las autoridades, la meta es convertir en barrios dos de las 14 villas principales antes de finales de año.

Política habitacional

En Números

  • Las "villas de emergencia" han crecido en un 25% en dos años.
  • Se estima que llegan 11 familias por día a las villas miserias.
  • Los migrantes representan el 70% de la población de asentamientos irregulares.

El problema del crecimiento de las viviendas precarias, sin embargo, es uno de los desafíos mayores. Las autoridades reconocen que el aumento poblacional es exponencial, sobre todo por la llegada de migrantes de países limítrofes, que hoy constituyen el 70% de los habitantes de estos asentamientos.

Tanto, que hace unos meses el gobierno porteño propició la idea de colocar un sistema de vigilancia policial en los accesos de las villas más céntricas, para impedir el paso de camiones con materiales de construcción.

"Las casas que están, están. Sólo buscamos mejorar la seguridad habitacional, y reubicar aquellas viviendas que sean necesarias para abrir calles o hacer mejoras de infraestructura", asegura Angelini.
El ambicioso plan, sin embargo, ha sido cuestionado por partidos opositores, que califican de "tibia" la estrategia gubernamental y proponen un debate en la legislatura.

En tanto, en el corazón de las barriadas, los propios residentes organizan mesas de trabajo para tener voz en las decisiones urbanísticas que los afectan.

En el Playón de Chacarita, el primer paso - por paradójico que suene- es lograr que las autoridades reconozcan el lugar como una villa miseria. Es que, por el momento, esta concentración urbana es técnicamente considerada "asentamiento", una categoría por debajo de las villas que no garantiza siquiera el acceso a los fondos del gobierno.

Villas Miseria

Villas miseria de Buenos Aires

Villa Soldati - Buenos Aires el drama de la exclusión social.
En la ciudad de Buenos Aires, a lo largo del paso de los años, las clases sociales cada vez han estado más diferenciadas. Por un lado están los que viven ¨ protegidos ¨ y por el otro, los que viven ¨ aislados ¨.
Un muro separa ricos y pobres. Separados por cemento y desintegrados socialmente.
¨ Los aislados ¨ son millones de personas que viven condenados en barrios precarios, en el corazón de las ciudades o en la periferia.
En Argentina a estos barrios se les llama Villa Miseria, también se las conoce como villas de emergencia, son asentamientos informales formados por viviendas muy precarias. De chapa y cartón. Se encuentran en terraplenes de ferrocarril, bajo autopistas, predios abandonados, lugares inadecuados para su urbanización. Es un tipo de hábitat con un alto riesgo para la salud y la integridad física.
Con terrenos propios o usurpados, subordinados a la desconfianza de los demás.
Viven apartados de la sociedad y están vinculados con el delito, con el temor al villero, y la desconfianza por parte del resto.
En los últimos 5 años, (desde 2001) solo en Capital Federal, surgieron 24 nuevas villas miseria.
Entre mayo del 2000 y mayo del 2003 la pobreza avanza del 27,2% al 54,7% y la indigencia se duplica de 11,6% a 26,3%. En lo que va del año las cifras arrojan que la pobreza esta en un 26,9%

Contaminacion ambiental

NO A LOS CONTAMINANTES!

El mal manejo de los desechos afecta a casi todas las ciudades. La mayoría de los grandes ríos y lagos están contaminados por la basura domiciliaria, las cloacas y la actividad industrial o minera. Y hay más de 2.000 basurales a cielo abierto sin ningún tipo de control. Pareciera que en la Argentina poco importa la salud del ambiente. En las provincias, hay graves problemas de contaminación, especialmente en los ríos, en los lagos y en las napas subterráneas.

El descuido es alarmante y la falta de controles, casi infalible.

Muchos de los lugares turísticos están afectados. Como el lago San Roque, en Córdoba, que recibe desechos cloacales sin tratamiento, o el Dique Cabra Corral, en Salta, donde se depositan toneladas de basura. En otros casos, la contaminación proviene de la minería, como la sufren los pobladores de las Termas de Río Hondo, de Santiago del Estero, de Amanao en La Rioja, o los mapuches de Neuquén.

Ciertas empresas se ensañan con los ríos cercanos, como ocurre con el Riachuelo o el Reconquista. Ríos, lagos y napas son víctimas de un descuido generalizado. Y el aire tampoco está libre de problemas, como en el Dock Sud de Avellaneda,
Mendoza o Capital. Hay más de 2.000 basurales a cielo abierto en el país sin control, según Miguel Rementería, de la Comisión Interdisciplinaria del Medio Ambiente.

Para Daniel Sabsay, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, "hay leyes que no se cumplen y otras que se reglamentan. Se superponen los organismos públicos, lo cual conspira contra un control real".

Según Verónica Odriozola, de Greenpeace Argentina, "los gobiernos no han controlado a las empresas, con el pretexto de que pueden verse reducidas las fuentes de trabajo". "Los ciudadanos deberían tener más participación para que monitoreen a los que contaminan", dijo Javier Corcuera, de Fundación Vida Silvestre.

El Gobierno ya abrió el debate. En Puerto Madryn, hace una semana, presentó la Agenda Nacional Ambiental. Según el secretario Atilio Savino, "se dieron lineamientos para planificar la política ambiental hasta 2007". ¿Se cumplirá?

La contaminación del suelo bonaerense

Uno de los principales focos es el polo petroquímico situado en Ensenada, cuyos gases provocan alergias e irritación en los ojos. Similares problemas causan los escapes del Polo Petroquímico Bahía Blanca. El Río de la Plata, el Luján y el
Matanza, que atraviesan partidos donde viven millones de personas, sufren un alto nivel de contaminación, debido a los efluentes cloacales, desechos líquidos, gaseosos y sólidos vertidos clandestinamente por las grandes industrias. Además, pesticidas y fertilizantes ya afectaron napas y cursos de agua de distritos de la cuenca del Salado.

Un lago cordobés lleno de toxinas

Las descargas cloacales de once municipios —incluida la capital— en el lago San Roque, lo sitúan tercero en el ranking de contaminación del país. Por exceso de materia orgánica abunda un tipo de algas que contienen toxinas, que atacan el
hígado y el sistema nervioso, y no se eliminan con los sistemas habituales de potabilización. FUNAM describe un problema similar en Embalse Río Tercero, al que se agrega —denuncian los ecologistas— la contaminación térmica producto de
la refrigeración de la central nuclear. Según la Dirección Provincial del Agua, "no surgen motivos de alarma".

Autos y camiones ahogan a la Capital Federal

Según Enrique San Román, investigador del Conicet, en Capital y el conurbano el aire está contaminado por las emisiones de autos y camiones.Otro problema que persiste es el estado grave del Riachuelo: "No existe una política de
saneamiento y todavía las industrias siguen arrojando sus desechos", explicó Rubén Mendez, de la Asociación Ecológica de Lanús.

Catamarca: efectos de una mina de oro

Hay serias denuncias contra la mina de oro de Bajo La Alumbrera, por posibles filtraciones de ácidos hacia ríos y arroyos de Amanao y Vis Vis, que provocan graves daños en la fauna y la flora. Se sospecha que también afectan napas subterráneas (Corresponsal).

Corrientes: químicos y residuos cloacales

En algunas ciudades, los residuos cloacales desaguan en lagunas o canales, porque la concesionaria de la red aún no construyó plantas de tratamiento. Los ríos también reciben el agua de las arroceras fumigadas con productos químicos.

El río del Chaco que terminó muriendo

El río Negro, que cruza Resistencia (300.000 habitantes), es desde hace mucho un cauce sin peces, pero lleno de desechos de fábricas de tanino, curtiembres y mataderos, e invadido por camalotes. En una zona con nueve meses de calor no hay
pesca, balnearios ni navegación.

Chubut: ríos, arroyos y lagos, jaqueados

Aunque la situación no es grave, preocupa el estado del río Chubut, el más importante de la provincia, por líquidos cloacales mal tratados y residuos industriales, sobre todo de las pesqueras. La misma causa afecta al arroyo Esperanza y al lago Rosario.

Basurero entrerriano que no deja respiro

A 10 minutos del centro de Paraná está su basurero, de 10 hectáreas a cielo abierto. Son frecuentes la autocombustión y el humo de los residuos orgánicos. Los gases que emanan del lugar, sobre todo metano, agudizan los padecimientos de
las personas con trastornos en el sistema respiratorio.

La Rioja: ¿el cromo llega a la sangre?

Los vecinos de Nonogasta hicieron juicio a la curtiembre Yoma: entre sus 7.000 habitantes ya hubo 4 jóvenes con leucemia en los últimos tres años (tres murieron). Abundan las afecciones respiratorias y de la piel. Los desechos líquidos rebasan las lagunas de tratamiento y corren por las calles. Se teme que el cromo haya alcanzado las napas.

Mendoza: mal aire

El humo de vehículos y fábricas forma una capa de smog sobre la ciudad de Mendoza, que se estaciona sin moverse. Esto agrava las enfermedades de las vías respiratorias, en especial el asma bronquial, cuyo índice de mortalidad es bastante alto.

Fumigaciones en campos formoseños

La Justicia aún no resolvió la demanda de los campesinos de Colonia Loma Senés, que sufren vómitos, diarreas y otros males, y pierden cultivos y animales por las fumigaciones en los campos de soja de un grupo de empresas.

Jujuy, un caso muy incomprensible

En la Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio de la Humanidad en 2003, no hay centros de disposición de residuos, y la basura va a parar a cursos de agua o permanece a cielo abierto. En la capital, 120 toneladas diarias son arrojadas en celdas de emergencia, en una finca a 20 kilómetros, donde también lo hacen otros municipios.

Tierras desérticas de La Pampa

El problema ambiental más grave que sufre La Pampa fue que dejó de correr agua por el cauce del río Atuel, tras la construcción del dique El Nihuil, en 1948 en Mendoza. Con tantas tierras desérticas, casi no quedan ovejas, jaguares o
carpinchos.

Misiones: tóxicos sobre el Paraná

A pesar de las sanciones y las denuncias ante la Justicia, las autoridades aún no lograron impedir que Pastas Celulósicas Piray SA arroje residuos tóxicos sin tratar al río Paraná, donde forman una maloliente espuma. De esas aguas se abastecen muchos pueblos y ciudades.

Amenaza neuquina

La contaminación por el yacimiento hidrocarburífero Loma de la Lata afecta a los mapuches. Repsol-YPF admitió el problema y discute cómo remediarlo.

Mina Angela y el cianuro en Río Negro

En 1999 se dejó de bombear el agua que se acumulaba en las galerías de Mina Angela, cuya explotación cesó en 1992, y la mina quedó sumergida. Pese a la remediación, el cianuro y otros residuos tóxicos estarían en aguas de Río Negro
y Chubut. Se teme que afecte a los 7.000 vecinos de Ingeniero Jacobacci.

Un dique salteño lleno de inmundicia

Si bien no contiene metales pesados, el dique Cabra Corral es la gran preocupación de los habitantes de la ciudad de Salta, por las toneladas de basura que los municipios vecinos arrojan en los ríos, y que en verano son
arrastradas hacia el embalse.

Napas contaminadas y polvillo en San Juan

El basurero de la ciudad de San Juan, a 40 kilómetros, está saturado y jamás fue tratado para evitar que la napa se contamine. Las cuatro comunas vecinas tiran la basura a campo abierto. La capital sufre además el polvillo lanzado por los
hornos de Electrometalúrgica Andina, que causa problemas respiratorios.

San Luis: agua mala

Los problemas se concentran en la capital. El río Seco —que atraviesa el sector norte y muere en napas profundas— recibe los líquidos no depurados de dos parques industriales. El dique Cruz de Piedra ya no puede abastecer de agua a la
ciudad, debido a la proliferación de algas.

Santiago del Estero: tóxicos en un lago

El lago del dique frontal de las Termas de Río Hondo sufre un altísimo grado de contaminación, que provoca gran mortandad de peces. Se debe a los residuos tóxicos vertidos a los ríos que lo alimentan —en especial el Dulce, que recibe
los desechos de los ingenios azucareros tucumanos—, y a los efluentes de la minera Bajo La Alumbrera.

Derrames de crudo en Santa Cruz

Varias veces los derrames de petróleo comprometieron aguas, suelo y fauna. La actividad carbonífera de Río Turbio afectó algunos ríos y arroyos. En el mar, las aguas del golfo San Jorge sufren el exceso de pesqueros extranjeros.

Santa Fe: problemas con los barcos

El aumento del tránsito fluvial por el Paraná impacta en el Gran Rosario, principal puerto granelero del país. Antes de cargar, los buques desagotan el agua que les sirvió de lastre, y con ella va gran cantidad de peces muertos. Aunque menos que antes, al río también se vierten muchos desechos industriales.

Un río tucumano totalmente sofocado

Al Salí, principal río de la provincia, van a parar cada año 150.000 toneladas de basura de los centros urbanos, 66.000 de residuos cloacales, 400.000 de desechos industriales, y los minerales que vuelca la planta de procesamiento de
la minera Bajo La Alumbrera. En 2002 se lanzó el Plan de Producción Limpia, que busca corregir los procesos productivos para eliminar o reducir al máximo los residuos.